25 de noviembre de 2011

Al Final de la Botella




Sírveme otro veneno en las rocas
Pero hazlo de tal forma
Que me ahogue la esencia.
Deseo morir en presencia
Del acto susurrado,
Del beso robado,
De la arrogancia indispuesta
Y aquel apretón regalado.

Ya nos vamos entendiendo
Porque dicta la regla
Que somos iguales tú y yo
Al final de la botella.
Que nos entendemos en susurros
Revestidos de amaneceres perdidos.
Que nos ponemos poéticos
Al entorno de una sonrisa cauta
Y un corazón efímero.
Porque abandonamos la cordura
En la misma esquina perdida
Donde dejaron otros la locura.

Y nos levantamos en silencio,
Con las manos tambaleantes
De los amaneceres eternos,
Con los pies confusos de recuerdos,
Y la voz sonora del silencio.
Ya nada nos decimos,
Total, nos entendemos.
No hacen falta las palabras
Y arruinar la madrugada
Con excusas y lamentos
Es cosa de descontento,
De gente loca sin deseo,
Sin pasión, inspiración o versos.

Mejor no digas nada…
Demonios, me repito y no lo quiero.
Me desdoblo en mi misma sin quererlo.
Me hago la luz profunda en un beso,
Un beso intranquilo de desvelos.
Deseo el matutino vuelo
De algún viejo veneno,
De algún otro músico inquieto,
O, quizás, de algún rubión serio
De esos que me gustan solamente
Cuando realmente no los veo.

Pero, al final, me tambaleo
Caminando solitaria hasta mi cama,
Abrazando perdida la almohada
Y olvidando el deseo esquivo
De algún corporal anhelo.
Que la vida se me hace sombras,
Sombras de recámaras vacías
Y deseos insatisfechos.
Pero no importa, no lo siento,
Porque dicta la regla
Que al final de la botella
Solo existe el apareo
De una antigua musa aficionada
Con un demonio pícaro y perplejo
Que se vino sin quererlo
En las aguas turbias de su seno
Y se amarró a sus faldas
Por falta de otro cuerpo.


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