9 de junio de 2006

Ella no soy yo...




Desconfío de tu anatomía,
de tu risa vespertina,
de tu angustia escondida
por mudar toda una vida.
Ya no sé bien quien eres
y no me reconoces por quien soy.
La angustia de ser otros seres
nos enfurecen el hoy.
Ya olvidé cuanto te quise
Tu calor, tu sabor...
Tú olvidaste la primera vez que me viste
Mi sexo, mi olor...
Amárrate a mis carnes
de socialista amaestrada
en una soledad.
Envuélvete una vez más.
¡No me hagas suplicar!
¡Eres mío!
Regresa a mí...

Olvida aquella rubia oxigenada,
anarquista despiadada.
Olvida su silueta de muñeca,
su mueca
de niña con perreta.
Recuerda mis formas curvas,
mis pechos blancos,
mi cintura abierta.
Mis gemidos de Boricua,
tropical, mujer, arena.
Vida de arrabales,
de noches bajo las palmeras.
Mi sabor de latina
enmendada en amores
y atardeceres bajando cremalleras.
Recuerda el guiño de la primera vez,
la vieja palabra y el "No te olvidaré".

Comparame con ella...
Con su sobriedad y gallardo,
su humedad fabricada,
su espontaneidad de antaño
más fría que una nevada.
Sus cabellos claros,
su piel áspera, arrugada,
su naturalidad ensayada.
Su sonrisa de engaño,
y su alfabeto en inglés
que no le para bolas al castellano.
¡Comparame con ella!
y verás...
que la que alienta tus noches no es ella.
La que te hace olvidar la corbata,
los modales, las palabras,
la que te excita y te embelesa
es esta chica puertorra
que olvidaste a orillas
de algún río entre Fajardo y Aguadilla.
No te pido que de ninguna te despidas.
Solo ten presente, amor,
que como me muevo yo
no hay gringa,
italiana, checa, argentina,
que te dispare el corazón.

Y es que así es la mujer boricua,
que no se detiene ante un "¡No!"
y trabaja con sonrisa y picardía
para dejarte en cueros
bien atado por los pelos
al mastil de su son.
¡Y recuerda que ella no soy yo!

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