4 de junio de 2011

El mapa de mi soledad




¿Cómo decirte lo que siento?
Verás, llevo sola mucho tiempo
y me acostumbré
a la manía de comer de pie,
fumar deprisa,
beber a solas,
caminar medio dormida,
y, quizás, de roncar en sílabas
como orquesta en staccato.
Duermo espatarrada
en el mismo centro de mi cama
y suelo caminar desnuda por la casa.

No como si no quiero,
duermo como brócoli,
en estado vegetal
casi muriendo.
Consiento a mi perro,
un tanto en exceso,
y no me baño en las noches si no quiero.

¿Cómo explicarte lo que debo?
Verás, llevo sola mucho tiempo
y dejó de importarme la rutina,
salgo, voy y vengo como plazco.
Ya olvidé, sinceramente, la sonrisa
que se usa para ser hipócrita y falso.

A veces me desvelo,
simplemente porque puedo,
y rememoro silenciosa
el silencio oscuro del recuerdo.
Otras veces me desvelo
reviviendo entre suspiros,
el reflejo de un orgasmo pasajero.

Debería mencionar,
que detesto el ruido en exceso,
apenas hablo,
no grito,
ni en el arrebato de pasión
más desenfrenado que recuerdo.
Soy adicta al internet,
a los cuentos eróticos,
al facebook pendejo
y a los juegos de guerreros.

No escucho nada
cuando el televisor esta encendido,
y, pregúntale a quien sea,
para que veas
que lloro como idiota
y suspiro entre gemidos
en los anuncios tristes
de animales malheridos.

¿Cómo decirte lo que siento?
Verás, llevo sola mucho tiempo
y a veces me pierdo,
a veces no me encuentro,
pero sigo, subsisto,
porque el corazón me lo han forjado en hierro.

A veces olvido que el amor existe,
porque en todo este tiempo,
jamás ha tocado a mi puerta
y he logrado convencerme
de que yo tampoco lo espero.
Pero me miento,
y ésta es, quizás, la parte más importante
de todo este enredo.
Porque, verás, aunque llevo sola mucho tiempo
jamás he perdido la esperanza
de vivir ese nudo de pasiones infernales,
que con el pasar del tiempo
lleva a esa proposición masticada
de verja blanca y anillo al dedo.
Y es por eso,
precisamente por eso,
que llevo sola tanto tiempo.

Porque busco alguien que me quiera sin miedos,
que me saque a pasear,
al cine, a cenar,
que cuando me mire
se le note el desenfreno
y que se atreva a besarme
sin rodeos, sin pedir permiso
y que cuando me toque
– ¡oh, cuando me toque! –
la piel se me ponga de gallina,
el deseo me transpire por los poros
y no pueda dormir del dolor
que el corazón exaltado
me cause en el pecho.

Importante es, que no espere,
inmediatamente sexo.
Que no me saque a beber
con intenciones nebulosas.
Que sea un caballero,
que me abra la puerta,
y me saque la silla.
Que cuando me susurre al oído,
me muerda la oreja;
que me tome de la cintura,
y me acaricie la espalda.

¿Cómo finalmente resumirte lo que siento?
Verás, llevo sola mucho tiempo
Pero mejor sola, a vivir contigo entre lamentos.
Mejor pasar sola mucho más tiempo,
a tener tus huellas de cobarde
impregnadas en mi piel,
abrazándome el recuerdo
de una noche en tus brazos
en que me odié cada momento.

Así que, verás,
aún cuando llevo sola mucho tiempo,
no pienso, ¡jamás!,
arrastrarme de nuevo
por un beso efímero
y el toque andariego
de aquel que no verá jamás
salir el sol entre mis senos.

Madrugada del 1 de junio de 2011

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