12 de octubre de 2007

Codificación inexistente



El silencio es el elixir de susurros y latidos que aspiramos al dormir
Es el que nos arropa de sudor y ansias cuando me abrazas entre besos
Y recuerdas que algún día tu aliento y mi aliento se juntaron con su fin.
Es aquel viejo vecino de quien no somos amigos pero extrañamos al no estar.
Es el lamento de aquel niño entre los brazos de su madre cuando el frío no se va.
Es el canto agonizante de un alma al despertar
Y el anhelo rebozante de algún antiguo amante que no olvida sin pensar.
Porque somos y no somos en el paseo refrescante de esta vida singular
Porque andamos sin quererlo el camino donde un día deberemos reposar.
Porque aunque amamos, y lloramos por aquel que nunca está
despreciamos indecentes, desgraciados y soñolientos a aquel que no se va.
Es el piano solitario que suena desesperado cuando ya nadie está;
Y el violín amordazado que entre notas y conciertos ha perdido la ilusión
De que un día una mano más tierna que la suya lo toque sin cesar.
Es el suelo destruído, polvoriento por el que ya se pasará
Y aquel beso que en la frente me dejaste al despertar.
Solía ser el protagonista de relatos entre aquellos dos muchachos que se amaron sin cesar,
bajo el tronco de los sueños mutilados que un día por andarlos admirando decidieron arrancar.
Pero ya de nada vale decodificar aquel afán
Porque la guitarra se quedo sin notas
El miércoles pasado a la misma hora
Cuando tu cuerpo y el mío decidieron despechados
Que el silencio no se rompe ni para gritar.
Y tú te fuiste con tu paso triste por el mismo camino por el que viniste
Y yo sollozé el recuerdo de un amor lejano y andariego
Que decidió un día respetar el silencio por respetar el amor
Y se quedó cojo y desdichado por que el silencio es muy profundo
Pero no desprende calor cuando el frío del alma abrasa más.

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