Succionar sus gestos.
Tocar mi lengua en su mirada.
Morder mis ansias en su pecho.
Besar cada cana tras su oreja.
Saborear agonizante sus entrañas.
Morirme poco a poco entre sus uñas,
Y revivir arrebolada y blanda.
Beberme sus murmullos.
Bailar un tango horizontal de cama.
Socarronamente ensalivar su espalda.
Agonizar en sus uñas blancas.
Y respirar entre el cabello sudado que me cubre la cara.
Y mañana de nuevo me placeré en repitir todas estas acciones con las mismas ansias (o quizás otras, quizás más, quizás distintas o más calmas)…
Porque cada día contigo es una primera vez carnalizada... y cada aventura una pequeña muerte del alma que resucitará en la madrugada.
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