
Silencios profundizados
por aquello que no llega,
que se extravía en los murmullos
de millones de siluetas.
Ondas de dedos que gritan la paciencia
y el sentir arrebolado y sin apuros
del amargo cantar de la existencia
que corrupta de virtudes soñolientas
se quema en la sangre del poeta.
Piedras de crucifijos abstractos,
de religiones inexistentes en la tierra,
de un cielo y un infierno que manejan
tu vida al son de tus caderas.
Y mañana pedirás ya sin aliento,
con la lágrima del que no olvida nunca,
que se corrompa más allá de su tristeza
en el látigo calmado del sueño eterno
para olvidar las plumas caídas
por el clamor de tus alas sin vuelo
y la espera envenenada de su pecho.
Sacrilegio...
Sacrilegio de figuras...
y la "paura" latente del silencio.